Las dolencias más habituales son las relacionadas con la muda. Las aves cambian su plumaje una, dos y hasta tres veces al año, dependiendo del tipo de ave. Pero también se puede producir una falsa muda debida a un exceso de calor en el ambiente habitual del ave. En este caso bastará con modificar las condiciones ambientales o la ubicación de la jaula.
Una mala alimentación puede provocar que las plumas de la siguiente muda no crezcan con la debida fuerza o se produzca un cambio del color del plumaje. Este problema también puede darse por un mal transporte o una experiencia traumática que le cree estrés o por algún problema de hígado. Suele tener solución siempre que averigüemos qué es lo que lo está provocando.
Si nuestro pájaro se picotea las plumas con gran asiduidad hasta romperlas puede deberse a dos motivos: un problema de parásitos o un trastorno compulsivo. Si son parásitos, con una visita al veterinario para desparasitarlo bastará. Si, por el contrario, se trata del trastorno llamado picaje deberemos actuar de manera distinta que ya hemos analizado con anterioridad.
Enfermedades genéticas
El problema de estas enfermedades es que no se pueden curar, en todo caso se puede frenar el avance de la enfermedad. Una de las más habituales es el quiste folicular. Esta enfermedad afecta, sobre todo, a psitácidas, como loros o carolinas, y canarios de plumaje abundante y denso. Consiste en el crecimiento anormal de las plumas hacia dentro del cuerpo en vez de hacia el exterior.
Este crecimiento provoca la queratinización de la zona afectada que va creciendo cada vez más. Esta dolencia no tiene cura y únicamente se puede paliar a través de cirugía, en la que los vasos sanguíneos se diseccionan para eliminar el folículo a través de nitrato de plata o bisturí eléctrico. Al ser una enfermedad congénita suele reproducirse con asiduidad.
Una enfermedad hereditaria
La otra gran enfermedad genética que se produce con frecuencia es la enfermedad del crisantemo. Esta dolencia es producida por un gen recesivo que se transmite de generación en generación. Cuando el gen se hace visible no afecta al individuo, pero sí a sus descendientes.
Se caracteriza por provocar el cese del crecimiento de las plumas, lo que provoca problemas a la hora de regular la temperatura corporal y un consiguiente deterioro del equilibrio orgánico del ave afectada. Esto significa que será más propensa a sufrir dolencias y enfermedades, por lo que habrá que estar más pendiente de ella.