La creencia generalizada de que los perros son supersociables, que les encanta que les saluden, soben y demás, ha llevado a muchos dueños a despreocuparse de las señales que emiten los perros de los demás y a dejar que sus perros se acerquen a otros con total confianza. Sin embargo, muchos motivos puede haber para que un perro no desee que le venga a saludar otro perro… al igual que los humanos, todos los animales necesitan su espacio y alguno más que otros.
Pero, ¿cómo decirle al resto de perros con los que podemos cruzarnos en el paseo que dejen espacio a nuestro perro porque está convaleciente, o porque está entrenando, o porque no tolera bien la presencia de otros cánidos, antes de que se produzca un momento de tensión? Imposible… así pues, ¿cómo indicar al dueño que evite que su perro se acerque a ese otro perro y respete el espacio que necesita?
Internacionalmente, se ha promovido una señal que indica a los que la ven que ese perro tiene algún problema y hay que evitar acercarse: un lazo amarillo en la correa. El Yellow Proyect cada vez se va popularizando más en nuestro país y ya podemos ver a muchos propietarios de perros que colocan el lazo amarillo en las correas de sus animales para pedir respeto al espacio que necesitan.
Ver un lazo amarillo en una correa no significa que ese perro es un ogro que se va a merendar al nuestro, pero sí significa que tiene algún problema y que necesita una mayor distancia entre él y los demás perros para sentirse bien y seguro. Dejar que nuestro perro se acerque es una falta de sensibilidad hacia el perro que porta el lazo amarillo y, además, una imprudencia, porque si la tensión llega a su punto máximo es muy posible que se produzca un acto reflejo de defensa por parte del perro desconocido.
¿Qué hacer si vemos un lazo amarillo?
Simplemente, debemos mantener una distancia prudencial. Lo mejor es cambiar de acera o pararnos bastantes metros antes y preguntar al dueño del otro perro qué hacer… Si llevamos a nuestro perro suelto o con una correa extensible será más difícil poder gestionar a tiempo la situación, por ello hay que estar pendiente de él, del entorno en el que se está moviendo, y si es preciso, llamarlo tranquilamente a nuestro lado y engancharlo a la correa para evitar molestar y llegar a sufrir algún percance.