Acaban de publicar un estudio en los EEUU en los que se analiza la obesidad de las mascotas. El primer dato que se ha filtrado es bastante revelador: una de cada tres mascotas padece obesidad. Este es exactamente el porcentaje de personas con obesidad en ese mismo país.
Dicen que buscamos a mascotas que se parezcan a nosotros o que con el paso del tiempo mascotas y dueños acaban teniendo un cierto parecido. Y, por desgracia, esto también es cierto en lo malo. Cuando una persona tiene malos hábitos alimenticios o no cuida su alimentación, raramente lo hará con sus animales.
Muchas veces no lo hacen por mal, ni porque no los quieran tratar bien, sino todo lo contrario. El exceso de cariño hace que les acaben dando alimentos de más por el ansia de complacerlos y verlos felices. Todo esto sin valorar el daño que les hacen. Más o menos lo que hacen también con ellos mismos.
Hacer feliz a un perro es tan fácil como dedicarle tiempo para juegos o llevarlo a disfrutar de un día en el campo. En el caso de los gatos, hacerles caso y proponerles juegos, cepillarlos o dejar que se acurruquen a nuestro lado mientras vemos una película también les agrada. No es necesaria la comida en exceso para que sean más felices.
Los peligros de la obesidad
No solamente no es necesario premiar a nuestras mascotas con golosinas y comida, sino que puede ser muy peligroso para su salud hacerlo. El sobrepeso aumenta el riesgo de enfermedades en nuestros animales y acorta significativamente sus vidas.
Un perro o un gato con obesidad podrán padecer antes una artrosis o artritis o incluso pueden llegar a padecer de diabetes, lo que obligaría a darles un tratamiento para toda la vida.
Pero lo más peligroso de la obesidad en mascotas es que muchas veces se produce porque consumen alimentos que no deberían de tomar, como comida para humanos. Es frecuente ver en redes sociales como se obsequia a un perro con una tarta por su cumpleaños o se le da un pastel para celebrar cualquier acontecimiento familiar.
Los niveles de azúcar de estos productos son ya de por si demasiado altos para las personas, para cuanto más para un animal que pesa quizás diez veces menos. Lo mismo ocurre con carnes o productos ricos en grasas o con la costumbre de darles sobras de comida humana a mayores de las raciones de pienso.