¿Has repasado la lista de bodas? ¿Qué nos falta? Seguro que nos hemos olvidado de algo… A ver, tenemos la vajilla, la ropa de cama, las fundas de los sofás, las cortinas para el salón, el macro-espejo del baño y la aspiradora… Oye, ¿dónde apuntaste la serpiente?, que no la veo por ningún sitio…
Una conversación como esta podría ser fruto de un guionista de comedia, si no fuera porque he tenido el privilegio de asistir a la entrega del regalo de bodas más extraño que nunca pude imaginar: una serpiente… viva… justo de esa clase de serpientes que solo tienes intención de ver dentro de un terrario…
La boda en cuestión era la de una prima mía y el loco de las serpientes era su futuro marido. Según nos contaron los amigos, soñaba con tener una serpiente desde hacía años, así que decidieron hacer realidad su sueño el día de su boda.
Ten amigos para esto…
De repente, a mi zona de la mesa llegó el rumor (o más bien debería decir el huracán, ya que las propagadoras de la noticia eran dos de mis tías que tienen una fobia brutal a las serpientes) de que le habían comprado una serpiente e iban a entregársela al finalizar el banquete, en mitad del salón.
Por supuesto, pronto corrió el aviso entre los comensales de que aquellos que tuvieran algún problema con coincidir en la misma sala con serpientes, podrían refugiarse en el saloncito de al lado… Sí, hubo bastante desbandada, ciertamente.
Larga vida a las serpientes recién casadas
Al novio lo pusieron de espaldas para que no viera el regalo y un aguerrido amigo sacó a la serpiente y se la colocó en los hombros… No pudo haber escena más curiosa: la alegría que se notaba en la cara del muchacho, mezclada con la fascinación que ejercía en la mayor parte de los invitados y aderezado todo ello con la aversión que se notaba en aquellos que se habían retirado por precaución (como si las serpientes pudieran batir el récord de los 100 metros lisos).
En el lote iba un grandioso terrario donde la lustrosa serpiente de piel moteada pudiera comenzar su luna de miel sin temor a sentir estrecheces ni a que le faltara ningún elemento necesario para una vida tranquila y feliz. Lo que no sé es si la dejarían suelta por la casa de vez en cuando… ummm, tendré que preguntarles en la próxima boda en la que nos tropecemos… sin serpiente, espero…