Los gatos geriátricos son aquellos que han superado ya una cierta edad que puede oscilar entre los ocho y los diez años. Un gato hasta siete años es un gato joven o de edad madura, pero una vez cumplidos los ocho años se considera que el gato es ya mayor y, a partir de diez, entra definitivamente en la consideración de gato geriátrico, es decir, de gato mayor.
Es cierto que un gato en casa puede superar los quince años y algunos incluso se acercan a los veinte, pero no lo es menos que a partir de los ocho o diez años las posibilidades de que haya problemas de salud aumentan considerablemente: diabetes, problemas renales o incluso la posibilidad de tumores es mucho más alta.
¿Qué se recomienda hacer en la revisión?
Lo primero que se recomienda es una exploración general para ver el estado del gato. En esta exploración el veterinario puede ver el estado de su dentadura y quizás detectar algo raro en los latidos del animal o en el estado de sus nódulos linfáticos.
Lo habitual es que tras la exploración se le extraiga sangre para realizar una analítica. Aquí se podrán comprobar toda una serie de valores que nos dirán si el animal puede tener un problema de salud. Cuanto antes se detecten estos problemas más fácilmente se pueden tratar y mayores son las posibilidades de éxito.
Si todo sale perfecto, el gato podrá olvidarse de revisiones hasta el año siguiente. Según avance la edad, el veterinario puede recomendar que en lugar de una vez al año, el gato se comience a revisar cada seis meses.
¿Y si aparece algún problema?
Si hay valores que no son correctos en la analítica el veterinario actuará en consecuencia. En algunos casos, pueden ser valores que tienen una importancia relativa, como el azúcar ligeramente alto. Esto puede indicar que el gato estaba muy estresado en el momento del análisis, pero también puede ser que esté comenzando con problemas de diabetes y que se deben de realizar cambios en la alimentación.
Si se detectan otros problemas el veterinario puede valorar realizar otras pruebas, como una ecografía en la que se pueda ver la presencia de algún tumor o incluso de problemas renales. Este tipo de enfermedades, cogidas a tiempo, suelen tener un buen diagnóstico mientras que si no se detectan en sus inicios pueden acabar causando serios trastornos.