¿No te has preguntado alguna vez si no existirá algún control acerca de la compraventa de monos, ballenas o escorpiones enanos africanos? Espero que, si te estás haciendo esta pregunta, no hayas adquirido todavía como mascota ningún ejemplar de una especie exótica, porque si no, significará que estarás en problemas o que eres una persona sumamente despistada. Para eso se inventó el número CITES…
Vamos a suponer. Supongamos que se pone de moda tener como mascota una especie animal exótica. Supongamos que es la boa constrictora esa especie de moda. Supongamos que la moda se vuelve tal fiebre que un montón de individuos sin escrúpulos se dedican a capturarla en libertad sin atender a sus necesidades reproductivas naturales. ¿Es mucho suponer que dicha práctica acarreará graves problemas de supervivencia a la especie?
Sigamos suponiendo. Supongamos que, al cabo de quince días en casa, el propietario se cansa de gastarse los duros en caros roedores vivos, o la madre del propietario de verla rondando junto a la cuna de su nietecito. Supongamos que ambos, madre e hijo, deciden soltarla en el río o tirarla por el retrete. ¿Es mucho suponer que dicha cadena de irresponsabilidades traerá problemas aún mayores a los ecosistemas nativos?
Si compras un animal exótico, asegúrate de que tiene un número CITES
Pues para eso se inventó CITES, o Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora. Este acuerdo del año 1975 busca regular el comercio internacional de animales y plantas para evitar situaciones amenazadoras para esas especies. En España, la autoridad máxima es la Secretaría de Estado de Comercio, dentro del ministerio de economía. Se ocupa de tramitar y autorizar, si procede, cualquier importación o exportación.
Cada ejemplar vendido que pertenezca a una de las 5.000 especies animales y 28.000 vegetales controladas debe contar con un número que permita la identificación del ejemplar, su procedencia, intermediarios y destino, tanto si es capturado como si es criado en cautividad. Vendedores y criadores deben encargarse de estar al día con la administración, pero al comprador también se le puede caer el pelo si hay problemas…
Debemos asumir que este sistema de control no está pensado para fastidiarnos (sí, es raro, ya lo sé), sino para impedir el expolio de especies enteras; sin él, en unos años esa rana tan bonita que tanto te gusta no la tendrías ni tú ni nadie, no existiría en libertad, y tal vez tampoco en cautividad. Para cualquier duda, échate un ojo en http://www.cites.org/esp.