Cuando leemos la palabra «canibalismo» no podemos evitar entenderla como una aberración, un comportamiento antinatural y horrendo. Sin embargo, la naturaleza no opina igual y son bastante frecuentes los casos de canibalismo en las distintas especies.
Hay que pensar que para el resto de animales (porque no olvidemos que nosotros también somos parte del mundo animal), el canibalismo no existe, es un concepto únicamente humano. Los congéneres muertos son fuente de proteínas que pueden ser vitales para el resto del grupo, así que reutilizar esas proteínas es evitar un desperdicio y, además, las posibles infecciones debidas a la putrefacción.
Nuestro sentimiento de horror ante la posibilidad de comernos a otro ser humano viene producida por el culto que nuestras culturas deben a los difuntos. Por eso no se puede valorar el comportamiento caníbal de los animales desde un punto de vista humano, sino desde un punto de vista deshumanizado y práctico.
Hámster, ratas y jerbos, los más demonizados
El canibalismo en los roedores es un comportamiento bastante normal. De ahí proviene la mala fama que tienen estos pequeños roedores. Se da, sobre todo, entre las madres y sus crías. Habitualmente esta situación se produce cuando alguna cría nace muerta o fallece durante su crianza.
¿Por qué? Las causas de ello son dos. Por un lado, consiguen más aporte de nutrientes para seguir produciendo leche para el resto de la camada y, por otro, mantienen el nido limpio de olores que puedan atraer a los depredadores y de un futuro foco de infección.
El problema para justificar esta actitud natural surge cuando las crías están sanas y no parece haber ningún problema. ¿Por qué, entonces, este canibalismo en los roedores? Algunas de las principales razones que pueden inducir a una madre a comerse a sus crías sanas es el estrés o sentir que no podrán hacerse cargo de ellas.
El problema de ser una novata
Las hembras primerizas suelen ser las más propensas a sufrir este trastorno. Por eso se recomienda no dejar criar a las hembras antes de los dos meses para que sean más maduras. Los roedores no tienen conciencia de que en cautividad podrán disponer de recursos para criar a sus pequeños en todo momento, así que valoran la viabilidad de la camada en función de la comida que tienen en ese momento.
Además de la carencia de alimento (figurado, por supuesto), el hecho de tocar a sus crías puede ser el desencadenante del canibalismo en los roedores. Esto se debe a que el olor que dejamos en el nido o en las crías les incitan a pensar que un depredador ha entrado en el nido, con lo que atacarán a la cría que huela distinto. Lo mejor es no molestarlas en los primeros quince días si no queremos exponernos a causar problemas.