La tormentosa relación entre los lobos (Canis lupus) y los perros (Canis lupus familiaris) puede tener su lado romántico. La mezcla entre perros y lobos tiene un lugar de honor en la cultura popular tradicional y moderna (e incluso postmoderna, me atrevería a decir), así que pongámonos el Je t’aime de Gainsbourg y conozcamos un poco mejor al perro lobo.
El perro lobo, más correctamente llamado lobo-perro, lobo híbrido o wolfdog, es en efecto una hibridación que ha ocurrido de forma natural repetidas veces a lo largo de la historia. Se conocen fósiles de 10.000 años (casi desde que existe el perro) en Europa y América de lobos híbridos. Tal vez cazaban con nosotros. Otras veces los cazamos por deporte. Se documenta la aparición de ejemplares memorables desde la Edad Media hasta nuestros días.
Con frecuencia los híbridos que llegan a adultos (casi siempre hijos de lobo y perra) son especímenes muy grandes debido al llamado vigor híbrido o heterosis. La hibridación natural suele ocurrir en un ecosistema donde una población reducida (de lobos casi siempre) se ve obligada a procrear con especies reproductivamente compatibles. Esto puede dinamitar el pool genético de la especie minoritaria si la mezcla es demasiado frecuente.
¿Os sabéis el chiste de cuando se encuentran el perro lobo y el oso hormiguero?
Cómo no, el hombre ha cruzado intencionadamente ambas especies para crear nuevas razas de perro. Ocurrió esporádicamente en Inglaterra en el siglo XVIII y el pastor alemán tiene un abuelo lobo. Con esa esperanza trabajó el holandés Saarloos para llevar el wolfdog que lleva su nombre. El perro lobo checoslovaco apareció en los cincuenta, y también hay un perro lobo italiano y un perro lobo de Kunming (chino, para fines militares).
¿Y cómo son como mascotas estos animales? Las razas ya están genéticamente acostumbradas al trato con los humanos. Si por un azar del destino llega a tus manos un cachorro híbrido, deberás esforzarte mucho más que con un perro normal para educarlo. Aún así, es difícil que sus instintos más salvajes no afloren de forma imprevisible. Muy sano, pero muy tímido. Algunas asociaciones ni siquiera los consideran aptos como animales domésticos.
La unión de nuestro mejor amigo y uno de nuestros enemigos más atávicos no podía dejar indiferente a la raza humana; es más, conociendo nuestro retorcido espíritu, es normal que nos sintamos atraídos por este mestizaje. El resultado es estéticamente hablando soberbio, desde luego. Y del mestizaje nunca ha salido nada malo, excepción hecha de Manu Chao, claro.