Pues parecerá una chorrada como un castillo, pero tras un montón de posts sobre mascotas de todos los tamaños y colores, me he parado a preguntarme acerca de la palabra en sí. ¿Qué significa la palabra mascota? ¿De dónde viene? A mí me suena a “más cocida”, pero no puede ser… Así que habrá que ir a preguntar a quienes saben estas cosas: los diccionarios.
Empecemos por el principio, el diccionario de la Real Academia. Lo define en su primera acepción como “Persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte.” En la segunda da la noción de animal de compañía que todos manejamos, y aún hay una tercera, “sombrero flexible”. Lo que hay que ver. También nos da una pista: viene del francés mascotte.
Así que habrá que irse a un diccionario francés. He caído en la inmensa web del Centre National de Ressources Textuelles et Lexicales (oh, la là!). El significado es el mismo, una persona u objeto que trae buena suerte; la palabra es un diminutivo, así que se refiere algo de pequeño tamaño, como una estatuilla que puede representar a una persona o animal.
El significado de mascota debe buscarse en la lengua de los trovadores
Etimológicamente, el término francés viene del provenzal mascoto, que viene a significar “sortilegio, brujería”, y éste a su vez de masco, “hechicera, bruja”. Así que una mascota vendría a ser, tradicionalmente, una persona o animal encantados o mágicos, que traen buena suerte o repelen la mala, normalmente representados en una figurita portátil. Y ahí se pierde la pista, tendremos que conformarnos con esto. Que no es poco.
El término alcanzó su uso actual, parece ser, tras la popularización en el París de finales del siglo XIX de una opereta llamada Bettina. La opereta trataba de una doncella criadora de pavos que traía buena suerte al lugar donde vivía siempre que se mantuviera virgen. En ese caso, la doncella es la mascota, pero tal vez su asociación con la pría de animales popularizara un término caído en el olvido…
Así que ya lo sabéis. Si sois puristas del lenguaje, bien podéis llamar mascota a una figurita de Lladró que llevéis siempre con vosotros; o podéis tener en vuestra casa una doncella virgen, alimentarla, pasearla, cepillarla… Eso sí, bajo la condición de que os traigan suerte. Si no, lo más fácil es que os consideren unos tíos raros; como poco, porque lo de la virgen va a sonar todavía más sospechoso.