Los jerbos comenzaron siendo ratones de laboratorio, pero su gran simpatía y carácter amistoso fue ganando los corazones de la gente hasta ser uno de los roedores más populares como mascota. Aunque se parece al hámster, sus orígenes en las zonas desérticas de Mongolia, hacen que el jerbo precise de cuidados totalmente distintos.
En las zonas desérticas, el jerbo tiene que escarbar para formar su guarida, por eso no es recomendable una jaula con barrotes, ya que podrá hacerse daño en la nariz y esparcir el lecho por fuera de la jaula. Además, son animales que viven en clanes y necesitan tener compañía de su misma especie.
Los jerbos son animales territoriales y les costará aceptar a otro jerbo adulto que sea de su mismo sexo. Si no queremos criar, lo mejor es que se conozcan desde pequeños, bien por ser hermanos, padre e hijos o madre e hijas. Tampoco es bueno forma una colonia con un número elevado de jerbos pues sentirán que han de pelearse por la comida y el espacio. Procurad que no sean más de 10 jerbos por jaula.
Curiosos en alto grado
La curiosidad es un rasgo predominante en el carácter de los jerbos. Disfrutarán inspeccionando cualquier cosa que les ofrezcas y les hará estar felices y cómodos. Para que no se aburran, habrá que ir cambiando los juguetes cada cierto tiempo y guardarlos para volvérselos a dar más adelante.
El exceso de energía de estos hacendosos roedores lo podemos paliar colocándoles una rueda de ejercicio en la que podrán disfrutar siempre que lo deseen. Debido a esta hiperactividad no es aconsejable mantener la jaula en la misma habitación donde dormimos, pues los jerbos no duermen como nosotros, sino que mantienen siestas de 20 a 30 minutos, dedicando el resto del tiempo a acondicionar su jaula y a inspeccionar su territorio.
Vibran de felicidad
Quitando el ruido que producen con sus actividades, los jerbos son animales que emiten pocos sonidos. Cuando se sienten incómodos, ya sea porque se han pisado, porque les tocamos cuando no les apetece, o porque un cachorro llame a su madre, emiten un grito agudo. Sin embargo, cuando se sienten felices y a gusto los jerbos vibran como si estuvieran ronroneando, algo que se suele confundir con nuestra forma de tirirar al sentir frío.
Tanto para demostrar excitación sexual como para alertar de algún peligro, los jerbos utilizar el tamborileo de las patas con distintos ritmos. En el caso de la excitación sexual serán los machos los que realicen esta señal. Pocos animales hay más limpios, menos ruidosos y más simpáticos que los jerbos, de ahí que sean tan apreciados como mascota.