Que el hombre no se ha portado bien con los animales con los que comparte el planeta es un hecho constatado. Ni siquiera ha sido capaz de ser, en muchos casos, agradecido con aquellos que comparten su casa y que resultan muy útiles en el día a día. Un ejemplo lo tenemos en el gato negro, que a pesar de ser un animal que no suponían grandes problemas para los dueños de la casa, que mantenía las ratas a raya y que permitía que sus graneros no se vieran infestados de roedores, aun tuvo que luchar contra muchas leyendas que les perjudicaban.
Una de las más crueles es la que tiene que ver con los gatos negros, a los que se ha considerado animales de mala suerte, intermediarios del diablo y en la Edad Media llegó incluso a decirse que era una de las formas que adoptaban las brujas para moverse sin ser vistas. Por todo esto sufrieron muchas persecuciones y se les mataba tan solo por el hecho de que su pelo fuera negro. Aun a día de hoy, muchas protectoras se niegan a entregar gatos negros en vísperas de fechas señaladas, como Halloween, para evitar que sean víctimas de macabros rituales.
El dedo de Dios
Sin embargo, también hubo leyendas positivas que ayudaron a que algunos de estos inocentes animales se salvaran de su cruel destino, y una de ellas es la que se refiere al pequeño mechón blanco que algunos gatos negros lucen justo bajo el cuello y que a veces se acompaña por otro mechón, también de pequeño tamaño justo entre las patas traseras.
Se dice que fue el Papa Gregorio IX el que ordenó asesinar a todos los mininos que tuvieran la desgracia de ser negros, exceptuando a los que tenían el mechón blanco. Se consideraba que este mechón era un signo del dedo de Dios, que los había tocado para expulsar así a los malos espíritus que pudieran habitar en el animal, siendo de este modo bendecidos. El lugar donde Dios había tocado al gato, había quedado teñido de blanco y esa era la prueba de que ese animal estaba libre de cualquier posesión maléfica.
Gracias a esto muchos peludines se salvaron en una época en la que la superstición y la ignorancia tuvieron como consecuencia la muerte y la persecución de muchas personas y también de los indefensos animales, ajenos a esas creencias humanas.