Conocer a nuestro perro es fundamental. Saber qué nos quiere decir con sus posturas, sus ladridos y demás señales que emite es una cuestión de vital necesidad para una buena relación con él y, sobre todo, para detectar si le pasa algo malo.
La tendencia del ser humano es valorar el comportamiento del perro en base a nuestro propio lenguaje, sin darse cuenta de que eso no puede ser así, ya que entonces no podrían relacionarse con el resto de sus congéneres.
Los perros, al igual que cualquier otra especie animal, tienen sus propias señales para comunicarse con su entorno. La posición del rabo, la tensión en el cuerpo, el jadeo, sacudir la cabeza o el cuerpo, la colocación de las orejas, etc, dan una información compleja y precisa sobre el estado de ánimo del animal.
Mil y una señales corporales
Actualmente, la tendencia en los adiestradores ha ido cambiando y, en vez de «enmascarar» los problemas a base de castigos, han visto que hay que ir a la base del comportamiento perruno: comprender al animal para evitar que surjan los problemas. Por eso ya es fácil encontrar muchos cursos y charlas sobre el lenguaje canino.
En estos cursos es muy fácil darse cuenta del gran desconocimiento general que existe entre los propios propietarios que descubren que los grandes bostezos, cuando no es hora de dormir, no significa «me estoy aburriendo», tal y como lo entenderíamos en una persona, sino una forma de quitarse estrés ante una situación que le está incomodando.
También se puede descubrir que el jadeo es otra forma de demostrar nerviosismo, no sólo sed. Que sacudir todo el cuerpo, si no se está quitando el agua tras un baño o un paseo bajo la lluvia, es otra de las formas que tiene nuestro perro de demostrar su incomodidad ante una situación estresante.
Los ladridos como respuesta al miedo
Como se puede ver, hay muchos detalles del lenguaje canino corporal que desconocemos. Conocer las más fundamentales es una labor de amor hacia tu propio perro, ya que eso nos permitirá averiguar en qué situaciones nuestro perro se siente mal y procurar solucionarlas. El lenguaje canino a través de los ladridos también está muy viciado, pues solemos asociar a un perro que ladra con un perro agresivo.
Sin embargo, lo que provoca una reacción descontrolada de ladridos suele ser el miedo. Un perro al que se le ha educado en el miedo, en temer a lo desconocido, a asociar lo que no conoce con un tirón que le molesta, será un perro que reaccione ladrando en cuanto algo le produzca incomodidad o miedo: la mejor defensa es dejar claro que no queremos que se nos acerque.