Este pequeño anfibio llama mucho la atención por su color verde brillante y su diminuto tamaño. Las hembras son algo más grandes que los machos, pudiendo alcanzar lo 70 milímetros, mientras que los machos rondan entre los 50 y 60 milímetros.
Son oriundas del sureste de Estados Unidos, encontrándoselas en un ambiente húmedo o subtropical. En España podemos localizarlas en libertad desde Cataluña a Andalucía y en el Parque Nacional de Garajonay, en la isla canaria de La Gomera.
La rana de Carolina es arborícola y de hábitos nocturnos. Su cuerpo delgado y fuerte, les hace ser unas estupendas trepadoras y saltadoras, por lo que suele representar un verdadero placer observar sus equilibrios y saltos. En primavera oiremos a los macho cantar, por lo que hay que tener cuidado con dónde poner el acuaterrario.
Ambiente muy húmedo
Convive muy bien en grupo, así que podemos tener varios ejemplares de rana de Carolina en el mismo acuaterrario sin ningún problema. Lo único que habrá que tener en cuenta es que dispongan del espacio suficiente para que vivan cómodas y sin estrés y de cuidar la temperatura y la humedad. La primera debe estar entre los 22 y 27 grados y tener una humedad cercana al 90%.
El acuaterrario tiene que estar formado por una parte de agua y otra seca con plantas que le permitan trepar y disponer de una visión de la zona, ya que las ranas de Carolina son muy curiosas y les gusta escalar a los lugares altos para controlar el territorio. También necesitan plantas acuáticas que les sirva de escondite y protección para los renacuajos.
Alimento fresco o congelado
Como buen anfibio, la rana de Carolina es insectívora. Se le puede suministrar grillos, gusanos de miel, polillas, moscas domésticas, etc. En las tiendas especializadas podemos conseguir estos insectos, pero también podemos criar grillos para proporcionárselos como alimento fresco.
La frecuencia con la que debemos alimentar a nuestra pequeña ranita será de un par de veces en semana, excepto durante la época de reproducción, en la que tendremos que proporcionarle alimento varias veces al día. A los renacuajos se les alimentará con escamas de peces o trocitos de pescado y carne pequeñitos.
Hay que procurar alimentarlas equilibradamente y no proporcionarles demasiado insectos quitinosos porque no digieren bien la quitina. Si nos da reparo alimentarlas con animales vivos, podemos recurrir a alimentos congelados como pescado, carne, camarones, etc. Lo mejor es dejarse aconsejar por los expertos de las tiendas dedicadas a los anfibios.