A nadie le gusta lavarse. Bueno, a mí por lo menos no me gusta lavarme, así que entiendo perfectamente a aquellos animales a los que no les gusta mucho meterse en el agua. Sin embargo, a veces la fuerza mayor, o la madre de uno, obligan a tomar medidas desesperadas. Así que agarra agua y jabón y sumerjámonos en el maravilloso mundo del lavado de mascotas.
No hará falta decir que el tema del lavado de mascotas depende de la mascota que queramos lavar. No sólo porque les guste más o menos meterse en el agua, sino porque para algunas especies no es buena idea acercarse al agua. Consulta siempre a tu veterinario antes de bañar a tu mascota acerca de sus necesidades e imposibilidades.
Aceptado eso, empecemos con el baño. Para ello, necesitaremos unos cuantos elementos necesarios. El primero es un lugar adecuado. Yo prefiero si se puede hacerlo en exterior. Si no, convendría tener una “bañera” de un tamaño adecuado, cómoda para la mascota y para nosotros. También un cepillo que ni haga daño ni deje la mugre donde estaba, y algunas especies exigen algún otro instrumento: gorrito de plástico los periquitos, manguitos los hurones…
El lavado de mascotas puede convertirse en un momento especial entre los dos… bueno, suele ser especialmente problemático
El jabón también es un tema importante. Procuremos utilizar siempre jabones específicamente diseñados para nuestros animales. Por ejemplo, para los lagartos está claro, no? Bien, con todo esto claro, vamos con las instrucciones, bien simples: es como lavarnos nosotros mismos o a cualquier otra persona: se moja y se frota la zona a limpiar en círculos, con suavidad y con jabón, y luego se aclara con agua, siempre tibia. Fácil.
Si todo esto nos parece un engorro, tranquilos, alguien ha pensado en ello y ha inventado los lavaderos de mascotas: lugares específicamente diseñados para dar a tu mascota toda la higiene que necesita tener (o tú necesitas que él tenga). Es más, se encargarán de hacer por ti la trabajosa tarea, aunque supongo que tendrán reservado el derecho de admisión; no creo que el toro Ratón, por ejemplo, sea aceptado.
Y todavía existen, rizando el rizo, empresas de autolavado de mascotas. Como los autolavados de coche, que (ahora lo entiendo) se llaman así no porque sean de coches, sino porque te lo haces tú mismo. En ambos casos, resulta que te desplazas y pagas a una empresa para hacer tú mismo una tarea. Viva la civilización occidental.