En octubre del año pasado abrió sus puertas el primer cat café madrileño, la Gatoteca. Este tipo de cafeterías debe sus comienzos a Taiwan y su boom a la gran acogida que tuvo en Japón, donde hay más de 100 locales en donde se puede disfrutar de esta terapia gatuna.
En Europa, los pioneros han sido Viena y París, y ahora ha arribado a la ciudad de Madrid de la mano de la Asociación ABRIGA. Con esta iniciativa se pretende dar una nueva perspectiva a este tipo de cafés orientales añadiendo el compromiso de la protección animal y el acercamiento del mundo felino a las personas a través de charlas y terapias.
Esta labor ha sido reconocida la semana pasada a través de los Premios Sheva, que la afamada firma de comida para gatos concede en reconocimiento a la labor de particulares y asociaciones en el salvamento de los gatos y a la difusión de sus particularidades. Junto a la escritora Espido Freire, la asociación ABRIGA fue la otra galardonada.
Un gato, dos gatos, tres gatos…
En La Gatoteca se puede disfrutar de la compañía gatuna mientras se toma un café, o se lee un libro, o se conecta a internet mediante la wifi que ponen disposición de los visitantes. Todo lo que se recauda va destinado costear el local y la manutención de los gatos allí recogidos. Las tarifas van desde media hora hasta una hora, en las que se incluyen diversos servicios.
Las normas son muy básicas: no alcohol, lavarse las manos antes de entrar y no coger a los gatos. Por lo demás, se permite disfrutar de todas las caricias y juegos con los que los gatos nos deleiten, y si creemos que hemos encontrado a nuestro compañero felino, ofrecernos a ser sus adoptantes.
Labor de concienciación y terapéutica
La Gatoteca no quiere ser solamente un escaparate para gatos sin hogar, sino realizar una labor social de comprensión hacia el mundo felino, su entorno, su manera de entender las relaciones y la complejidad de su lenguaje. Para ello se desarrollan charlas de etología, se da asesoramiento a los adoptantes y a dueños que tienen problemas con sus gatos.
Disfrutar del ronroneo terapéutico de un gato es uno de los placeres más relajantes que se pueden encontrar. Sentir la vibración en nuestro regazo ayuda a bajar la tensión, a acompasar la respiración a un latido más lento, a sentirnos queridos, en definitiva todo son ventajas para aquellos que se adentran en este local tan peculiar.