El bozal es ese elemento tan controvertido con el que habremos de lidiar si decidimos tener un perro. Lo primero que debemos hacer es quitarnos la idea de que es un complemento que sólo necesitaremos si poseemos un perro grande, ya que en muchas partes es un elemento obligatorio y puede que precisemos utilizarlo.
La mayoría de los rechazos que surgen en los perros ante el bozal viene dado por la asociación que hacen con algo negativo si únicamente se lo ponemos cuando vamos a ir al veterinario o vamos a realizar alguna actividad con ellos que no les gusta. Para evitar que pueda suceder esta asociación, hay que acostumbrarlos desde pequeños y, sobre todo, hacer que sea una buena experiencia.
Nunca se debe colocar de buenas a primeras un bozal a nuestro perro, de esta manera lo único que conseguiremos es que se asuste y sea más difícil conseguir que lo acepte. Hay que pensar que el bozal representa una incomodidad para él y que lo mejor es acostumbrarlo poco a poco.
Hacerle amigo del bozal
Una de las mejores formas de asociar el bozal a algo positivo es presentarle el bozal, es decir, dejar que lo huela, que se acerque a él, que lo identifique como algo normal de su entorno sin ponérselo. Tras varios días con esta dinámica, pasaremos a colocar en el extremo del bozal algún premio para que vea que introducir su cabeza en el bozal conlleva algo positivo.
No será ni al primer día ni al segundo, cuando conseguiremos que nuestro perro no desconfíe de introducir su morro en el bozal, pero debemos de tener paciencia. Cuando ya meta el morro con confianza podremos continuar con la fase de atarle el bozal y dejárselo sólo unos instantes para no agobiarlo. Poco a poco iremos alargando el tiempo e intercalando la casa y la calle.
Tela o cesta, el gran dilema
Los bozales de tela se encuentran últimamente con mucha más asiduidad entre los perros que pasean. Con él la línea de su morro es más elegante y les quita el típico aspecto de «perro detrás de unos barrotes», pero para los perros resulta más problemático. Por un lado les impide ventilarse mediante el jadeo o beber y por otro, no pueden comunicarse con otros perros mediante los gestos faciales.
Los típicos bozales de cesta son más bastos, pero realmente les permite jadear, beber y una mejor interactuación con otros perros e, incluso, con nosotros, ya que podemos darles premios a través de los agujeros. Desde «Mr. Mutt Educación Canina«, nos recomiendan el bozal Baskerville, ya que tienen una textura suave pero resistente. Además, las cintas de enganche son acolchadas y tiene una cinta de seguridad para la parte superior de la cabeza.