Guerra declarada a las cacas de perro

Guerra declarada a las cacas de perro

Las cacas de perro en las aceras de las calles y la orina en las esquinas de los edificios se han convertido en un auténtico problema de convivencia entre ciudadanos y propietarios de perros con poca educación. Y desde aquí queremos resaltar lo de propietarios con poca educación porque no es un problema de convivencia con los perros.

Para empezar, los canes se comportan según se les eduque. Si se enseña al perro a que no puede orinar contra una pared y que tiene que esperar a llegar a la zona correcta, el animal lo hará. Todos podemos ver como muchos perretes orinan tranquilamente en una boca de desagüe o esperan hasta llegar a un lugar en el que el olor no moleste a los vecinos.

perro

Lo mismo ocurre con las heces. El animal tiene que desahogarse, pero es el dueño el único que puede recoger y tirar todo a una papelera para evitar malos olores y accidentes desagradables. Es una simple cuestión de civismo, de cumplir todos con las reglas del juego y de saber convivir con otras personas y con otros animales.

No es un problema del perro

Seguramente, esos mismos que dejan que sus perros hagan sus necesidades en cualquier lado sin recogerlo tampoco tienen reparos en tirar papeles, colillas y otras basuras al suelo, en sacudir sus alfombras y manteles por las ventanas sobre la cabeza, coches y cristales de sus vecinos o en vaciar el cenicero de su coche entre la acera y la calzada, justo donde le cuadra al aparcar.

Y es que los propietarios de perros son también ciudadanos y los hay responsables e irresponsables. En el caso de los cívicos, también sufren las consecuencias de aquellos que no saben convivir. Por un lado, también tienen que aguantar los malos olores y la suciedad. Pero lo peor de todo es que también tienen que enfrentarse con el rechazo de quienes meten a todos en el mismo saco y demonizan a los perros culpándolos de todos los males.

Por este motivo, los propietarios de perros son los principales interesados en que haya un comportamiento adecuado por parte de todos los que tienen un animal. Así, por ejemplo, no se prohibirá que puedan pasear con sus perros por determinados espacios públicos, siempre atados, con el bozal si procede y sin permitir que hagan sus necesidades en cualquier sitio.