El celo en gatos y perros tiene muchas diferencias. Una de ellas es que, mientras que las hembras de perros tienen pérdida de sangre durante el periodo de celo, las de los gatos no tienen menstruación, así que si detectamos alguna secreción con rastros de sangre deberemos acudir al veterinario.
Las gatas puede entrar en celo desde febrero hasta octubre, aunque las camadas tan tardías corren el riesgo de no estar preparadas para afrontar el periodo invernal, manifestándose a través de su comportamiento.
Por un lado, indican a los machos su estado de celo mediante unos maullidos profundos y, en algunos casos, desgarradores. Y por otro, entran en un estado febril que permite al macho poder dominarlas para efectuar la cópula. En su estado normal, una gata se revolverá si el macho intenta sujetarla por el cuello para montarla.
Padre no hay solo uno
Durante la etapa de celo, las gatas copulan con varios machos para asegurarse la fecundación. Como resultado, los óvulos se fecundan en distintos días, dando lugar a que haya una gran diferencia de tamaño entre las crías y a que en una misma camada pueda haber cachorros de distintos padres.
El periodo de gestación ronda los 60 días y durante ese tiempo es importante ofrecerle a nuestra gata una alimentación rica en vitaminas y nutrientes para que pueda estar lo más fuerte posible ante el parto y producir leche suficiente para alimentar sin problemas a sus pequeños. En el veterinario podremos adquirir pienso especial para esta etapa.
Parir en un lugar tranquilo
Cuando esté cercana la fecha del parto, debemos observar a nuestra gata para saber cuál es el lugar elegido para el parto y colocar alguna toalla o mantita. Seguramente veremos cómo ha escogido algún lugar nuevo de la casa donde permanecer tranquila y resguardada. Ese será el lugar en el que se siente cómoda para parir.
Cada cachorro ocupa su propia bolsa amniótica dentro de su madre, así que serán expulsados de uno en uno, como si fueran varios partos. Cada vez que uno de los cachorros sale al exterior, la gata les liberará de la bolsa y cortará el cordón.
Un poco de vigilancia no viene mal
Como cada vez estará más cansada pudiera ser que necesitara ayuda con alguno de los últimos. En ese caso podremos romper la bolsa con cuidado y liberar al pequeño para que respire. También hay que pensar en colocar agua a su lado para que pueda recuperar parte de los líquidos perdidos en el parto.
Normalmente, los gatitos saben encontrar los pezones de su madre para mamar a través del olfato, así que no hay que ocuparse de ello. Solamente habrá que vigilar si hay un gatito más pequeño que los otros, pues será fruto del último óvulo fecundado y muchas veces este pequeño tiene problemas de madurez, por lo que puede que le cueste agarrar el pezón para mamar y haya que ayudarlo.