En el 2011 la Universidad de Viena publicó un informe en el que se hablaba sobre la especial relación que a menudo se establece entre los gatos y las mujeres. Sin duda, algo que siempre se ha dicho pero que hasta ese momento no se había puesto negro sobre blanco en ningún estudio de carácter científico.
En este estudio se rebeló que las relaciones que se establecen entre los gatos y sus dueños, especialmente si estos son mujeres, son muy similares a las que se pueden llegar a establecer entre personas. Los gatos entienden las peticiones de afecto de las humanas y se establece una cierta empatía. Pero curiosamente, tanto en este interesante trabajo como en otros que se han realizado a posteriori, parece estar demostrado que los gatos tienen en cuenta el comportamiento de las personas y actúan en consecuencia. Por tanto, si cuándo ellos se acercan a alguien y le piden cariño y mimos esta persona se lo da, es mucho más probable que cuándo esta mujer u hombre los llame para acariciarlos, acudan.
No son tan egoístas como dicen
Los trabajos con gatos demuestran que son capaces de establecer relaciones complejas con sus propietarios (ellos jamás los considerarían tal) y por tanto pueden llegar a establecer una cierta manipulación. Esto les resulta más sencillo con las mujeres pues por lo general con ellas establecen una relación más profunda, lo cual no quiere decir que no haya hombres que mantengan una estupenda y bonita relación con sus gatos.
Se trataría de una relación similar a la que se establece entre la mujer y un niño pequeño. Una madre debe de captar la sutileza del lenguaje corporal de su bebé y ser capaz incluso de anticiparse a sus necesidades. Esta capacidad también la usaría con el gato. Aquí hay algunos apuntes de ciertas escuelas de psicología que apunta a que esto ocurre porque la mujer, por instinto, es mucho más maternal, más dada a demostrar afecto y a cuidar, debido a su ancestral papel en la familia. Esto sería del agrado del gato, que sería capaz de mostrar su parte más tierna para conseguir despertar estos instintos en la mujer y conseguir por tanto lo que desea. Pero también sería capaz de dar cuándo siente que la otra parte lo necesita, respondiendo a sus necesidades afectivas.
Quizás tras el tópico de la mujer soltera que vive rodeada de gatos exista una explicación científica que aclare esta mutua atracción.