Por su reducido tamaño, los hámsteres son de los roedores que producen más simpatía. Pero entre todas las razas, el hámster del tamaño más pequeño que podemos encontrar es el roborovski o hámster del desierto.
Este diminuto roedor apenas supera los 5 centímetros de largo y los 15 gramos de peso. Su origen son las llanuras semiráridas de Mongolia y el norte de China, donde la vegetación escasea, por lo que están especialmente capacitados para sobrevivir en condiciones duras.
Habitan en madrigueras excavadas profundamente en el suelo, algunas con más de metro y medio de profundidad, por lo que deberemos instalarles túneles y refugios donde se sientan cómodos y protegidos.
Aspecto frágil y divertido
El roborovski tiene el cuerpecillo redondo, más acentuado en las hembras, con patas y rabo muy cortos. Sus orejitas redondeadas, situadas en lo alto de la cabeza y orientadas hacia el frente, le da un aire travieso, acentuado por los dos mechones blancos que tiene encima de los ojos semejando cejas.
La cabeza tiene forma triangular con un hociquito poco prominente. Lo más característico de ella son los abazones, unas bolsas que muchos roedores poseen dentro de los carrillos, donde almacenan la comida para transportarla hasta las madrigueras. No olvidemos que en libertad recorren mucha distancia buscando alimento.
Cada uno es un mundo
Este pequeño es muy dócil, aunque cada ejemplar tendrá su propio carácter, pudiéndonos encontrar hámsteres roborovski que disfrutan con las caricias de sus dueños y a otros que prefieren evitar el contacto con los humanos. Son curiosos e hiperactivos, por lo que disfrutaremos mucho con su observación.
Por este motivo, estos hámsteres están considerados como de «exposición». Eso no significa que no podamos interactuar con ellos, pero deberemos respetar las ganas de trato que quieran tener con nosotros. Si lo forzamos, conseguiremos que se vuelva arisco.
Atención especial a su tamaño
Al ser tan pequeños, no es viable la utilización de las jaulas habituales para hámsteres, pues se podrán escapar entre los barrotes. Lo mejor es disponer su alojamiento en jaulas con paredes lisas, como el metacrilato. También hay que escoger juguetes con los que no puedan dañarse las diminutas patitas y extremar las precauciones.
Otra dificultad que se plantea con los roborovski, al ser muy inquietos y de tamaño tan reducido, es que se hace difícil cogerlos. Al manejarlos es conveniente que lo hagamos a poca altura de alguna superficie, para que si se nos cae no pueda hacerse daño. También debemos hacerlo en un sitio cerrado para evitar que si se escapa no lo encontremos. Con su diminuto tamaño puede encontrar escondites insospechados.