Una de las imágenes más tiernas que he podido contemplar en mi vida es una cría de gato recién nacida. Esa bolita de pelo pequeñita, con los ojitos aún cerrados y las orejitas pegadas al cráneo, para que ningún sonido le pueda perturbar el sueño del crecimiento, provoca a la vez un sentimiento enternecedor y un escalofrío de pánico, porque en ese momento te das perfecta cuenta de la fragilidad de esa pequeña vida que comienza.
Hacerse cargo de criar gatitos lactantes es, realmente, algo maravillosamente terrorífico. Notar cómo buscan con su hociquito el olor de la leche entre los dedos que les están sujetando… ver cómo se acurrucan en la mano que les da mimos y comida buscando el cobijo que no pueden encontrar en su propia madre es triste y a la vez inmensamente bonito.
Aunque hay alguna similitud entre los cuidados de un bebé humano y uno felino, hay que tener siempre presente que no podemos mantener las mismas reglas con ellos como las que podemos tener con nuestros bebés. Ciertamente, un gatito recién nacido debe realizar las tomas cada 3 horas, tal y como ocurre con nuestros niños, y también se le debe mantener calentito, limpito y respetar su sueño… pero ahí acaban las similitudes, cada uno requiere cuidados diferentes y conocerlos puede significar, en muchos casos, la diferencia entre la vida o la muerte.
Leche de gata, la primera regla
No se puede criar gatitos con leche de vaca porque esta leche y la de su madre no tienen los mismo componentes y les resulta muy fuerte, con lo que la probabilidad de sufrir un cuadro diarreico es enorme. Como emergencia se puede rebajar con agua, pero es fundamental comprar leche especial para gatitos que podemos encontrar en veterinarios y tiendas especializadas en mascotas.
La frecuencia de las tomas y la cantidad de leche en polvo que se debe mezclar difieren según van pasando los días, y viene indicado en las instrucciones del preparado. Se empieza por tomas cada tres horas y una mezcla con una concentración más líquida, y, poco a poco, se van espaciando las tomas y se aumenta la cantidad de leche en polvo que se diluye en el agua.
La postura al mamar
Es importante también la postura en la que le damos el biberón al gatito. Si observamos cómo se amamanta una camada junto a su madre, veremos que los gatitos se colocan en una postura parecida a una esfinge, con la barriguita para el suelo y la cabecita erguida agarrando la mama. Esta postura ayuda a que la leche baje por el conducto de la garganta y no les pueda obstruir las vías respiratorias y colapsar los pulmones
Así pues, la forma de colocarlos es ponerles encima de una toalla con la barriguita tocando el suelo y alzarles la cabecita para que lleguen al biberón. La forma que yo tengo para sujetarles mejor la cabecita es colocar mi mano izquierda (sujeto el biberón con la derecha) con la palma hacia arriba, formar con mis dedos índice y corazón una V y sujetar su cabecita entre medias. Así la cabeza no se les cae para los lados y se queda el morrito en la parte abierta de la V para que no tengan problemas en llegar al biberón.