La cría de papagayos, un desafío

La cría de papagayos, un desafío

Es posible que tengamos un loro, cacatúa o cualquier otro miembro de la amplia familia de los psitaciformes y hayamos pensado que sería buena idea intentar la cría de papagayos. No es algo tan sencillo como pudiera parecer; sin embargo, esta ardua tarea puede culminar con un premio inigualable: nuestra propia familia de loros criada en cautividad, con nosotros asistiendo al espectáculo en primera fila. Entrañable.

Como siempre ocurre en estos casos, la amplia diversidad de especies, más de trescientas, hace de cualquier explicación general como esta un esfuerzo más bien aproximativo; infórmate bien con un experto antes de lanzarte a la aventura. En todo caso, los factores a tener en cuenta son siempre los mismos: una buena y acogedora instalación, una dieta completa y equilibrada, un manejo adecuado de las situaciones específicas y, cómo no, una pareja.

La cría de papagayos, un desafío

Nosotros tomaremos al loro gris o yaco como referencia. Este animal no necesita un aviario demasiado grande, pero lo importante no es tanto el tamaño como que se sienta seguro como para procrear. Es importante que el nido esté en una zona alta, poco frecuentada y tenga una entrada pequeña. Deben tener una buena salud física y mental, lo que requiere una dieta adecuada y una limpieza estricta, cuidados sanitarios, juguetes y una buena relación con su “bandada humana”.

La cría de papagayos no es una tarea sencilla, pero tampoco imposible

El problema fundamental aparece cuando descubrimos que los loros pueden aparearse, o no. No basta con poner un macho y una hembra juntos; más allá de si son salvajes o de criadero, tiene que apetecerles y considerar a su compañero una pareja idónea. Y es difícil encontrar verdaderas parejas reproductoras a la venta. Se recomienda poner varios ejemplares juntos y que ellos escojan, pero esto no es barato ni logísticamente fácil…

Supongamos que nuestro yaco ha puesto huevos. Albricias. Pues sigamos la misma estrategia que probablemente nos haya llevado a este punto: dejémosles tranquilos. Estas cosas requieren intimidad y calma. Algunas especies pican los huevos y es necesario apartarlos, pero no es nuestro caso. Bastará una revisión semanal del nido para controlar que todo va bien, manteniendo por lo demás una rutina de alimentación discreta pero enriquecida.

Siempre es mejor dejar que los padres se encarguen de la cría de los pollos, salvo si queremos criar loros papilleros para la venta, pues siempre serán más dóciles. Si pensamos quedarnos las crías, conviene darles tres o cuatro semanas en compañía exclusiva de sus progenitores antes de que empiecen a familiarizarse con nosotros, par que tengan cierto tiempo para aprender sus conductas naturales.