Gatorrelato en primera persona

Gatorrelato en primera persona

Míralo. Menudo pánfilo. Llevo aquí un buen rato y ni siquiera se ha enterado. ¿Cómo pueden ser tan poco conscientes de lo que pasa a su alrededor? Juraría que eso que tienen en la cara son ojos y orejas. Supongo que es por todo el ruido que hacen por lo que no se enteran de nada. En fin. Bueno, me aseguraré de que me vea mientras paso revista a mis dominios.

Estoy convencido de que son una especie inferior, aunque sin duda fascinante. Físicamente está claro que son torpes a más no poder; no se les da mal modificar el entorno, aunque suelen hacerlo fatal, incluso para ellos mismos (otra prueba, si hiciera falta, de su apocamiento intelectual). Una especie que se agrede a sí misma, no entre individuos, sino como especie… Dónde se habrá visto…

Gatorrelato en primera persona

Míralo, no se sabe si está pensando o en stand-by; ahí radica su grandeza

No comprendo su interés en estar siempre a mi alrededor, su necesidad por alimentarme e interactuar conmigo. Y mira ese individuo, venga a moverse, venga a hacer ruido. Bueno, qué le vamos a hacer, a veces son molestos, pero hacen compañía. Voy a darme un baño, relajarme y echarme un sueñecito… Mmm, si puedo, con todo este ruido. No importa, al menos descansaré los ojos. Es agotador controlar todo este territorio…

Su innegable inferioridad intelectual les hace buscar aliados poderosos, como servidor; a lo mejor no son tan tontos como parecen…

Uf, pues parece que me he quedado un poco traspuesto… En cuanto entreabro el ojo, ahí los tienes. Bueno, habrá que espabilarse… eeuummpffghr… Y hacer un poco de ejercicio. Y atender a este hombre, pobrecillo, me da algo de pena todo lo que me adora en su simpleza. Además, llevan una vida muy ajetreada. El perro me dijo el otro día que lo llaman “estrés”. No sé qué será, alguna enfermedad.

En fin, miau, buenas tardes. Sí, de acuerdo, acaríciame, pero sin pasarnos. Así, poco a poco. Me mira con esa cara de cordero degollado, y no sé si me entra en instinto protector o el instinto cazador. Uy, no se te da mal esto de acariciar, no… Espera, que me froto un poco contra ti… Uy, qué gustirrinín… gustirr… rrr… rrr rrr rrr…

Bueno, bueno, ya está bien. Ya sabes que en un rato espero ver esa bazofia industrial que me das por comida en mi plato, no me obligues a maullarte. Y este amigo tuyo que tanto me mira, que ni se acerque, o le enseñaré lo que es educación. Ah, en momentos como este queda claro quién es aquí el amo, y quién la mascota.